Lo más normal sería que el pez que protagoniza el siguiente vídeo se fuera hasta la otra punta al ver las manos de una persona que quiere tocarlo. Nos guste o no, no les gusta relacionarse con nosotros.
Sin embargo, y por increíble que parezca, el que verás a continuación está encantado de la vida. Se deja acariciar, e incluso no le importa salir a la superficie para después ser lanzado al agua. Raro es, desde luego.