En silla de ruedas y con parálisis cerebral. Es lo que quiso experimentar un sargento de la policía de Vancouver que se encubrió sentándose en una silla de ruedas en pleno centro de Vancouver, en Canadá. Dos robos con arma blanca a personas en una situación parecida le motivaron a llevar a cabo un experimento del que se pueden extraer muchas conclusiones.
Solidaridad y muestras de cariño
Todas son positivas. La gente se paró para ayudarle y nadie le robó. Llevaba una cámara de fotos y un bolsito con dinero que estaba abierto. Quienes pasaban por allí le ayudaron a comprar cosas y ninguno le timó con el cambio, y eso que él les dijo que no podía contar. Es más, acabó con 24 dólares de más por la generosidad de sus vecinos. Espectacular.