Seguramente estemos delante de un milagro, pues un bebé prematuro de menos de un kilo de peso, de tan solo 27 semanas, al que los médicos habían dado por muerto al nacer «resucitó» en los brazos de su madre, dos horas más tarde de confirmar su fallecimiento. El cariño de madre hizo que la joven lo acurrucara contra su pecho desnudo, cerca de su corazón, y lo mantuviera allí durante un buen tiempo, entre palabras de consuelo, ánimo, caricias y lágrimas. Eso lo llevó de nuevo a la vida. El amor de una madre es lo más grande.